AL PROCENIO

Todos estan en el Burdel


Los tres poemas y el olvido



por Melissa Forno

Francisco Pérez muestra tres de sus creaciones: Antebalada del ascensor, Paris-Carta Postale y Niña bajo el armario. Todos distintos pero con un tema en común que es el olvido abordado en momentos pasajeros.

¿Cómo describirías tu poesía?

Hay mucha gente que escribe de forma descriptiva y son poemas que casi se pueden leer como prosa; me gusta más el barroquismo (por decirle de alguna manera) porque el español es una lengua súper amplia. Ahora, no sé muy bien qué es poesía, pero hubo un tiempo en que creía en las imágenes, cuando descubrí a los poetas surrealistas, o a Gonzalo Rojas como ejemplo mas cercano, lo que veía eran cuadros y pensé tener la respuesta: la poesía es como la pintu
ra, una prima cercana de las artes plásticas. Después me di cuenta que no era sólo eso y se me complicó el asunto. El problema estaba en que las cuadros son inmóviles, como una foto, y todo lo que hacía quedaba estático. Pero cuando comencé a leer a Enrique Lihn entendí que la imagen es un complemento, que los textos tienen movimiento, y que mediante la poesía se puede expresar ideas que van más allá de la inmovilidad de la imagen. También se puede cuestionar todo, incluso la poesía misma, eso es lo rico del poema, la presencia en un mismo plano de la música, la pintura incluso la sensación de olores, es como un todo, la gracia es poder condensar.

¿Cómo llegaste a la poesía?


Uno no sabe como llega a nada o como algo llega a ti, no sé cómo llegue a tocar violín por ejemplo. Pero no fue al alzar, pienso que era por la ganas de crear mundos paralelos porque en el acto de escribir uno
crea realidades que no son, realidades individuales o paralelas aunque sea difícil y arriesgado de hacer y que otro entienda lo que quisiste decir, creo que no lo logro todavía, porque de repente son visiones demasiado personales o muy subjetivas. Pero siento que me inicié en la poesía así de forma una poco mas seria cuando conseguí el libro Entrevistas a Enrique Lihn. Antes de ese texto me gustaba escribir porque lo veía como una obra de arte bonita, sin estar muy comprometido. Lo hacía siempre partiendo desde el yo (como todos) y cuando llegué al libro me di cuenta que la poesía era súper amplia y encontré válida la postura académica de Lihn. Es decir, tener muy claro lo que estás escribiendo y la forma en que lo estás diciendo, ser conocedor de la tradición. Hacer poesía racional, no hacerlo porque sólo por una cosa estética o peor aún, porque sí. La única forma de hacer bien cualquier cosa es el rigor.

¿Por qué no son esas realidades?


Porque el mundo está tal cual, a lo que me refiero es a lo que está en los diarios, en las noticias, entonces más de eso es como más de lo mismo. Es una opción, pero yo no la sigo. No creo responder qué es la poesía, lo único es que como obra de arte es un medio para decir algo, a lo mejor por eso me metí a estudiar música porque pensaba que a través de ella uno podía decir algo, mi problema con la música, y sobretodo la composición, es decir, música docta contemporánea, es que todo es demasiado subjetivo, nos llega directamente, sin mediadores. Con la poesía es distinto porque la gracia del lenguaje es que es como un colador, no llega todo, es más selectiva, la música está ahí no se puede hacer nada contra eso. En cambio cuando uno se enfrenta a los poemas, a veces hay que leer varias veces y eso va dejando algo. Aunque sin duda algo de la música queda dentro de lo que escribo, de hecho hay frases que inconcientemente suenan musicalmente antes que las palabras, pero no es métrica en el sentido estricto, es musicalidad del poema, tiene que ser cierta palabra y no otra. La gracia es poder explicar cada verso, que nada esté puesto al azar, aunque sea subjetivo. Entonces nos llega de una forma más tranquila, no tan inmediata como la música, podemos retener el placer.

¿Cuál es la relación que quisiste hacer entre el olvido y la antebalada?

La relación es muy simple. Un día supe de un viejito ascensorista de Valparaíso que escribía poemas. Cuando le pregunté me mostró dos y eran bien inocentes, como de amor, sin mucha teoría, muy lindos, pero nadie se los leía. En ese tiempo, estaba recién con lo del Café Malby, que es un proyecto de libro en homenaje a mi anti-héroe novelístico, el protagonista de “La Náusea” (Jean-Paul Sartre), que siempre visitaba el Café Mably (le cambié las letras para que sonara mejor en español). Entonces la idea, muy simple por lo demás, era escribir confidencias que pudieran pasar dentro de un café cualquiera, estar continuamente dentro de ese lugar y ser una especie de cronista de todas las historias que pueden suceder allí. Entonces imaginé que el viejo (ascensorista) iba al café y leía sus poemas. El poema es olvido, como la mayoría de las cosas, todo se reduce a momentos y olvido, todo pasa demasiado rápido. Pero olvido no como algo fatídico, sino con algo natural, con cosas que pasan, lo inevitable. Él lee sus poemas, mas bajoneado que contento y las primeras frases del texto son cosas que dice él. Después digo que las cosas que señala el viejo son olvido al igual que: un pucho a medio fumar, el arte en un subterráneo… es todo olvido…Al final se baja el telón y nadie aplaude porque en realidad ¿qué van a aplaudir? ¿Que te digan tu realidad al hueso? Y la noche entra a tientas por debajo la puerta.

En relación a los finales a veces tengo la sen
sación de que me quedan medios inconclusos, pero me gusta finalizar en esa función “dominante”, en tensión, (que es otro término musical) que no lleguen a un reposo, porque el poema como cualquier obra de arte es reposo-tensión-reposo-tensión-reposo, y en estos tiempos no es necesario ser tan estricto respecto de la coherencia rítmica. Creo que debería haber indicaciones, signos de cómo leer, para que los que te lean puedan entender la sonoridad del poema, eso lo han señalado varios, y les encuentro toda la razón. Si uno lee el poema en la mente es como leer una partitura sin la música, no la escuchaste realmente, por eso la sonoridad es importante.

¿La presencia del olvido está en los tres poemas: Antebalada del ascensor, Carta Postale y Niña bajo el Armario? ¿Fue un tópico
que te propusiste abordar en los tres o más bien no fue planeado?

Eso no fue premeditado, y es un poco ine
vitable porque son los tres poemas de un mismo libro, y sobretodo porque el que escribe es la misma persona siempre. Hay cosas inherentes a las personas que no son fáciles de sacar y no sé por qué el olvido está en los tres, pero no es un tema que esté en todos mis poemas. En Paris-Carta Postale, la momentaneidad es más que evidente. Y Niña bajo el armario es la historia de un casi suicidio, donde estoy al principio como observador y luego como personaje activo. Es una niña alejada de la cosas, todo es demasiado para ella. ¿no vas a cerrar el jardín esta vez?. y eso es todo la bello y sensual que puede ser una mujer, pero aún así no se da cuenta y por eso es necesario involucrarse. Al final es ella misma la que se borra. También es una forma de olvido, pero de olvido de ella misma, yo sólo estoy ahí como espectador, como lamentación de la ternura de la imagen y el final mismo es una lamento: Ayer me borraban de la niña y mañana bailaríamos ante toda nuestra multitud en pausa, con multitud me refiero a todos los fantasmas que podemos tener y no tener en pausa, se supone que ella va a ser eso y nada más. Las fantasmas en pausas…en el fondo los dos quedamos solos, los fantasmas de ella desaparecen y los míos insisten en el play. En el fondo quien habla es el sujeto poético enmascarado de mí, que también es susceptible de estar en Café Malby.


¿Y París Carta Postale?

Paris-Carta Postale se llama así porque puede ser una cosa que está en la p
ared y meterme adentro (pensando en el Café). Lo escribí porque estando en Paris sentí que tenía que hacerlo, no por alguna clase de inspiración divina. Casi siempre los poemas que tienen que ver con Paris se relacionan con algo bello, sublime, o sombrío. Yo traté reflejar lo cosmopolita que veía la ciudad, es poesía de viajero nada más. Es poesía situada, en un lugar físico determinado, como con un asterisco o paréntesis, en un determinado momento de la vida, de todas maneras irrepetible. Y no hablo de mí precisamente, y hay algo que no cambia de tonalidad, me tomo la libertad de hablar de todos, de cualquier persona en cualquier ciudad, la insistencia de la esencia, de ahí el no cambio de tono.
Paris era com
o cualquier lugar del mundo. En ningún caso traté de idealizar la ciudad, al contrario. Es un lugar invadido por gringos y están las sub-culturas nuevas que han aparecido con los inmigrantes, al menos para mi la cultura francesa vive de lo que fue, es la gracia, para bien o para mal de tener un pasado cultural importante.



Poesía


Niña bajo el armario

Se seguía oscureciendo a la mañana siguiente
le llamarían agua o polvo por lo del inventario nuevo
probablemente en el momento equivocado


La infanta que duerme sin conciencia del armario

provocativa desde el anillo al latido
respira sacándose el corsé y preparando la cuerda
desde su cuellito mínimo en alcohol

Se aguardaba tras los vidrios enjaulados
la niña pintada en rojo
ojos de carne y hueso hechos a desmedida
demasiado lejos para permanecer
en estricto rigor materiales

Que distancia que tiene la magia
la niña mira pero no duerme
a mas intimidad
menos escondites
y menos faldas
y menos todo

Sector no apto para fumadores
no cerrarías el jardín esta vez
no hoy ni para siempre
amniótica y rosada
podría verla una vez más?
escribir sus manos en el momento y la anestesia

Como si el signif
icado fuera estéril
Como si esto mismo no fuera otra cosa

Deja el pasillo que ya no hay nadie

Ayer me borraban de la niña
y mañana bailaríamos ante toda nuestra multitud en pausa.-


Paris, carte p
ostale

Son huespedes invisibles de boutiques imaginarias
muertas hace mas de medio siglo
en el ajetreo pop art del yanqui congelado
los burgueses nobiliarios del otro tiempo
la tierra que crece en direcciones opuestas
como los ojos desechos en el metro de los hungaros
en teoria despatriados
la confiserie avant gard del barrio africano

Llueve sobre Paris city
llueve sobre el rio que nunca olvida su guion
escrito a tinta sobre una postal de feria del 17
llueve sobre las bocas amarillas de los ancianos
en la p
unta de un baston cariado de guerras mundiales y chocolate

La ciudad es una matineè hecha de papeles secundarios

donde todos éramos el protagonista

de una novela sin aliento

Porque detrás de ese puente no sobreviven nuestros nombres

y hay algo que no cambia de tonalidad

solo un favor que nos hacen los muertos

imposibles de guardar en la bitácora

o en los pixeles de una fotografía mal tomada.-


Antebalada del ascensor

Es el frío que nace desde adentro hacia más allá de la tarde
es olvido una huella que deja una mujer que no vuelve
el grabado de una noche inmoral en una pieza húmeda
o la mirada llena de niños profundamente deshabitados


Ante cualquier error no le bastaría
ante cualquier error por circunstancial que sea
esto no sería el primer paso


Vuelan los poemas del viejo del ascensor en el Café Malby
vuelan los olvidos y el llanto innecesariamente seco
es olvido la mujer dice
la huella
la noche y nada más
la humedad se refleja de lejos en los párpados


Es olvido un pucho a medio fumar
el arte joven en un subterráneo viciado es olvido
este viejo blando de letras inocentes pero llenas de amor es olvido
Y no bastaría con todo esto
el telón se ausenta y ninguno aplaude
la noche entra a tientas por debajo de la puerta.-


Más poesía de Pascal: Café Malby






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